El Grupo Mexicano de Psicología Pediátrica (GMPP) nace como un frente común y trabajo de colaboración, de psicólogos especializados en la atención de pacientes pediátricos, ante la falta de lineamientos específicos al comienzo de la emergencia sanitaria en nuestro país, para el manejo del paciente pediátrico diagnosticado con COVID-19 a nivel hospitalario.
Desde ese momento, el GMPP se dio a la tarea de recopilar información de lineamientos, recomendaciones y guías emitidos en otros países como EUA, España, Gran Bretaña y Argentina, elaborados por diversos hospitales o instancias sanitarias, organizaciones, asociaciones y sociedades médicas, acerca del abordaje y manejo hospitalario con esta población. Además, se realizaron diferentes entrevistas con expertos de diferentes países e Instituciones de Salud Pediátricas acerca de dichos lineamientos y recomendaciones.


Con toda la información recabada y la amplia experiencia de sus integrantes, fue que el GMPP desarrolló una propuesta para asignar un cuidador primario de apoyo para el niño (a) con diagnóstico con COVID-19 que requiriera hospitalización y evitar que fuera separado de dicho cuidador (familiar). Esta propuesta incluye toda una metodología desde la selección apropiada del cuidador en términos de salud física y emocional, hasta el proceso que debe seguirse para capacitarlo en el uso de material de protección y monitorear su salud física y emocional durante su estancia al lado del niño(a).
Esta propuesta cuenta además con un amplio sustento teórico, bioético y legal, comenzando por las recomendaciones de varias instancias y organizaciones internacionales acerca del derecho que tienen los niños cuando reciben atención médica, a ser acompañados por sus padres y evitar la separación de los mismos. En este sentido, documentos como la Carta Europea de los Derechos de los Niños Hospitalizados, refiere el derecho de los niños a estar acompañado por sus padres o de las personas que los sustituyan durante la hospitalización. Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud, recomienda que en la medida de lo posible, se debe tratar de mantener a los niños cerca de sus padres y familia y evitar separarlos de las personas que se encargan de su cuidado. Finalmente, en México en el artículo 64 de la Ley General de Salud (capítulo primero) se estipula que en la organización y operación de los servicios de salud destinados a la atención materno-infantil, las autoridades sanitarias competentes establecerán “procedimientos que permitan la participación de activa de la familia en la prevención y atención oportuna de los padecimientos de los usuarios”.
Así mismo, la experiencia en otros países acerca de la permanencia de al menos un cuidador primario al lado del niño(a) diagnosticado con COVID-19 y que debe mantenerse en aislamiento, ha sido que dicho acompañamiento reduce la sobrecarga de trabajo del personal de salud y previene riesgos de exposición del personal a secreciones del paciente (gotas u aerosoles) al estar menos tiempo en contacto con el paciente, dejando que sea el cuidador quien ayude a cubrir las necesidades básicas y fisiológicas de los niños (as).


Dentro del componente Bioético, no debe olvidarse que como cualquier persona, los niños poseen dignidad y deben ser tratados con respeto, considerando sus derechos y brindando un abordaje cuidadoso al tratarse de seres muy vulnerables y con necesidades distintas a las de los adultos; aunque aún no son mayores de edad, sí cuentan con autonomía y libertad para decidir sobre aspectos de su salud y sobre quien desean que los acompañe durante un proceso de hospitalización; adicionalmente, en todo momento las acciones médicas y decisiones en torno a su cuidado deben ir encaminadas a hacer el bien y evitar daños prevenibles. Con base en lo anterior, separar a los niños de sus padres en procesos de enfermedad y hospitalización, puede ser un acto que afecte no sólo su salud física sino que impacte a la vez en su salud emocional y cause daños importantes que puedan derivar en secuelas significativas de salud mental.
Son muchos los autores que han investigado y documentado las repercusiones que un proceso de hospitalización sin la presencia de al menos una de las figuras parentales (especialmente la madre), puede traer consigo, derivados de la ausencia de tal figura y ausencia de cuidados emocionales por parte de la misma, tales como: detenciones o retrasos importantes en el desarrollo, repercusiones emocionales a corto y largo plazo que pueden derivar en trastornos psiquiátricos subsecuentes, así como incapacidad para establecer contactos afectivos permanentes.
Por todo lo anterior, resulta fundamental que esta propuesta del GMPP sea el punto de partida para que las autoridades sanitarias y hospitalarias la generalicen a todos los niños que necesiten ser hospitalizados por cualquier motivo y se evite que sean separados de al menos uno de sus padres. De acuerdo a los modelos de atención en salud centrados en la familia, los hospitales deben contar con espacios dentro de su infraestructura para que al menos uno de sus padres permanezca al lado del paciente pediátrico durante la hospitalización, tomando en cuenta que los padres deben ser considerados parte de la dinámica integral del niño e involucrar a los mismos en su cuidado y atención, como aliados del personal médico; además, los padres tienen derecho de permanecer al lado de sus hijos en procesos de enfermedad y hospitalización, no sólo porque el niño es menor de edad, sino porque son quienes mejor pueden identificar y cubrir las necesidades básicas y afectivas de sus hijos, siendo que su acompañamiento favorece que el niño se sienta más seguro en un entorno desconocido y poco familiar si cuenta con alguien de confianza a su lado, aunado a que si el niño se siente seguro, será más fácil que se adhiera a los tratamientos y coopere con los procedimientos médicos a los que debe ser sometido.
Artículo escrito por: Mtra. en Psic. María Fernanda Busqueta Mendoza. Miembro del Grupo Mexicano de Psicología Pediátrica.
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